
Y mientras estaba preparando esta entrada, mira por donde me encuentro que Manuela, de Entre mis libros y yo, hace una estupenda reseña aquí antes de que me dé tiempo a publicar mis impresiones.
Conociendo el título, investigué un poco; que si era lo mejor que se había escrito después de Forsythe, que si ochocientas páginas parecen treinta, que si estaba tan bien documentada que era escalofriante, bla, bla, bla.
Qué queréis. Tenía que leerlo. Y me gustó. Y a mi señor esposo. Y a nuestro hijo. Porque es trepidante, porque (suponemos) está bien documentado y conocemos de primera mano la historia, los lugares, los sentimientos. Porque son capítulos cortitos con cliffhangers (*) . Vamos, lo que viene siendo un Best-seller en toda regla. Y es que los Best-sellers gustan, por eso se venden tan bien. O no gustan, porque te los lees cuando te los recomienda alguien a quien le ha gustado y no coincidís en nada y no le vuelves a hacer caso nunca más, que los euros son los euros y el espacio en las estanterías también, y esa suele ser otra característica de los Best-sellers, son caros. Y para justificar el precio los editan en pastas duras, formato grande y portada vistosa, los puedes regalar y quedas bien (o no).
En una de mis lagunas lectoras, volví al redil con estos libros. MEG de Steve Alten, Las hormigas de Bernard Werber, La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, me devolvieron la chispa que encendió mi deseo lector, y por ello les estoy agradecida. Reconozco que algunos no están especialmente bien escritos, tienen tramas que cojean o se inventan hechos históricos... Pero también me gusta ver Misión imposible o la saga de las aventuras del bibliotecario. Aunque os esté dando la impresión contraria, también discrimino, ¿eh? que no leo ni veo cualquier cosa.
Durante las filologías teníamos que leer muchos libros; daba igual que nos agradasen más o menos, pero teníamos que destriparlos desde varios prismas críticos, con un plazo determinado, para entregar trabajos, y otras obligaciones que no nos agradaban tanto. Me divierte que mi hermana, filóloga también, diga que su autor favorito (**) es Stephen King. Y me divierte porque la gente se echa las manos a la cabeza, esperando que nuestra respuesta sea James Joyce o Shakespeare. (Quien, por cierto, en mi opinión, era un señor que escribía mucho, mucho, mucho, para ganarse el pan con sus representaciones teatrales que tenían que gustar al amplio y llano público de aquel entonces. Ya sí queréis, de mi amigo William hablamos otro día).
¿Y vosotros, leéis Best-sellers?
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(*) Para quien no conozca el término, de acuerdo con la Fundeu, son esas escenas impactantes con las que concluye un capítulo o temporada, usadas intencionadamente para dejar al espectador-lector con el gusanillo y que siga enganchado . (Los guionistas en España lo llaman dejar las tramas en alto)
(**) Por si a alguien le interesa, mis autores favoritos son Unamuno y Oscar Wilde.