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martes, 17 de enero de 2017

Traductores: puentes entre mundos




A mi madre le encanta Tolstoi.   Ella me recomendó leer Anna Karenina en mi adolescencia. Aunque su autor favorito era, sin lugar a dudas, Dumas.  Oh sí, releía una y otra vez esos tomos con el lomo rojo, con sus letras doradas y hojas impresas en papel biblia. Sentía auténtica pasión por algunos conocidos autores franceses, Stendhal, Victor Hugo, Zola

Mi padre, sin embargo, sí que era más de rusos: Chejóv, Dostoievski, y además de los clásicos, también leía con fruición al más reciente Solzhenitsyn, de quien una y otra vez me ha recomendado Un día en la vida de Iván Denísovich, que tengo que leer en algún momento, al igual que La princesa Tarakanova de G. P. Danilevsky.

Mis padres no pudieron estudiar mucho, les pilló la guerra y la postguerra. Salieron de su pueblo para venir a la capital a crear una nueva vida y una familia. Y encontraron un vendedor de libros, que recogía las colecciones de fallecidos sin herederos, vendiéndolos al peso.  Poco a poco tuvimos una excelente biblioteca que nos proporcionó innumerables horas de entretenimiento, aventuras y conocimiento. Historias de lejanos países, cuyos personajes habían sobrevivido a los más terribles avatares que el destino les había deparado.




Mi infantil empeño fue más lejos y quise ver con mis
propios ojos lo que  mis autores favoritos,  como
Wilde o Carroll, nos contaban. Y me hice traductora.
Por aquel entonces, en mi casa no se hablaba ruso, ni francés; apenas yo comenzaba a aprender inglés, en un infantil empeño de entender las canciones de los Beatles que salían en la serie de dibujos animados.  Y sin embargo, podíamos acercarnos a esos grandes monstruos literarios: gracias a las traducciones

Aunque no fuesen siquiera las mejores disponibles: muchos autores eran traducidos de versiones francesas de los originales, con tan solo una versión intermedia en el mejor de los casos. Una suerte de juego del "teléfono estropeado", si se traduce algo que luego se retraduce, es bastante probable que acabe desviado del original. Pero, aún así, han conseguido que entendamos lo que de otro modo nos sería imposible.

Afortunadamente, contamos con estupendos traductores en la actualidad, que se forman en varias lenguas y se apasionan en el proceso, cuidan las fuentes y se esfuerzan por que a nuestras manos lleguen las mejores versiones de obras inmortales. Por eso es necesario revisarlas; sin ir más lejos, la Guerra y Paz que he leído yo no es la misma obra que leyó mi madre. (Mario Muchnik hace referencia a la nueva versión AQUÍ. )


Pero no son las diferencias entre traducciones lo que quería tratar, sino más bien, agradecer que existan traductores que nos acercan a los idiomas que no entendemos. Porque parecen invisibles. Una amiga dice: "Me encanta como escribe  Xxxx", no amiga, no.  Si lo leyeses en su lengua original, todavía. Que no digo yo que no te gustase, pero lo que tú estás leyendo es una traducción. "Pues este libro está fatal traducido", y ¿cómo lo sabes?  Tal vez no, puede que la persona encargada de acercarte esa historia haya querido ser fiel al horrible estilo de Zzzz, que también sucede. Ahora muchos de nosotros, no solo los profesionales de los idiomas, podemos leer a los autores en su propia lengua, a algunos, claro, porque el polaco y yo no tenemos ningún tipo de relación, por ejemplo; ahí nos echa una mano en casa Jose M. Faraldo, traductor de la saga Geralt de Rivia.


¿A que no es tan complicado poner el nombre en la portada?

La traducción literaria tiene unas particularidades propias.  Para los lectores es un lujo que el mismo traductor conozca al autor y su obra, que tenga la posibilidad de dar continuidad a una saga y nos sumerja en los textos sin que en ningún momento nos demos cuenta de que estamos ante una traducción. Puede parecer sencillo cuando lo estamos leyendo, pero no podemos imaginar el proceso que ha seguido el traductor hasta llegar al resultado que tenemos en nuestras manos: investigación, documentación, si se han traducido entregas anteriores cómo se definió tal elemento... Durante los cursos de Traduficción, tuve la oportunidad de estar inmersa junto con otros compañeros en un mundo fantástico de neologismos, expresiones extrañas y, también, expresiones coloquiales que no habíamos oído en la vida.  Manuel de los Reyes * coordina e imparte estos cursos, en los que nos hace trabajar como enanos, para poder tener una minúscula idea de cómo es su trabajo habitual.  Ha traducido a Isaac Asimov, Brandon Sanderson y muchos otros autores que levantan pasiones en el mundo de la ciencia ficción y la fantasía.

Otra gran favorita en casa es Pilar Ramírez Tello*.  Seguro, segurísimo que habéis leído traducciones suyas. La saga Divergente o la trilogía de Los juegos del Hambresin ir más lejos. ¿A que creíais que existía el Sinsajo? Pues no, queridos, este palabro se lo inventó nuestra amiga Pilar, y mira dónde ha llegado. También cuenta en su haber con títulos menos comerciales, pero de gran calidad narrativa.




Estos grandes profesionales son en algunos casos escritores también. Pilar Adón, Claudia Casanova o la más conocida Olalla García *, con una larga carrera como novelista histórica, (El jardín de Hipatia, Rito de Paso) que recientemente se ha pasado al thriller, y José C. Valés *, quien probablemente os suene porque ganó con su novela Cabaret Biarritz el Premio Nadal de Novela 2015. Capaces no solo de trasladar las historias ajenas para nuestra comprensión, sino que también crean otros mundos que a su vez serán traducidos por otros para ser leídos por quienes no dominan nuestro idioma.


Considero necesario que seamos conscientes de que tenemos traductores buenos, y sería mejor si tuviesen más visibilidad y los nombrásemos en nuestras reseñas de libros extranjeros, como elemento esencial para adentrarnos en las obras. Y las editoriales los incluyesen en la portada. 












viernes, 6 de enero de 2017

Tarro libros 2017








Empezamos el año lector con mucha ilusión y un reto del que tenía conocimiento, pero en el que no había participado hasta ahora. Se trata de la tercera edición de Tarro libros, promovido por el blog Carmen y amigos. Es un reto sencillo. Se escoge un tarro y lo decoramos al gusto y por cada libro que terminemos de leer, introduciremos un euro u otra moneda local con un papelito indicando a qué libro corresponde.  

Al final del año, dependiendo de lo prolijas que hayan sido nuestras lecturas encontraremos ¡oh, sorpresa! una cierta cantidad de monedas que gastaremos en ¿sabéis qué? sí, en comprar más libros, esta adicción que poseemos la mayoría de los lectores y que alimenta nuestras estanterías, nuestra imaginación y nuestra vida social lectora. 

Me estaba planteando asignar distintas cantidades según las páginas del libro leído: los de menos de 200 páginas 50 céntimos, los que tengan entre 200 y 400 un euro y los que pasen de esa cantidad, dos euros.  El caso es que me ha parecido mucho más simbólico el tema un euro / un libro. Y ya se arreglarán las medias mátematicas entre ellos.

Y ni corta ni perezosa, he elegido mi tarrolibro, que ya tiene su primera monedita, la que corresponde a "El blog de la Doctora Jomeni" y está esperando la del futuro pretendiente que le sigue detrás. 




Probablemente no rebosará tanto como el ánfora que encabeza esta entrada, pero opino que es un destino muy romántico para estos ahorrillos; lo que viene de los libros, se va en libros.

¿Qué os parece esta iniciativa? ¿Os apuntáis?






sábado, 31 de diciembre de 2016

Año lector 2016






Ya lo estaba viendo: que se me termina el año y no voy a poder hacer el resumen lector. Es lo que había pedido para estas navidades, un ratito de tranquilidad para poder dedicarle al blog.   Ah, la familia, ah, las cenas con amigos, ah... ¡que se me acaban las vacaciones!  

Ha sido una semanita muy fructífera, además de todas las reuniones, siempre es una algría ver el rostro de los niños emocionados al ver el árbol con sus regalos, entre los que, cómo no, había libros. Libros para los que aún están aprendiendo a hablar, para los que ya no hay quien calle, para los que necesitamos tranquilidad para disfrutar de las letras con el reposo que merecen. Pero esos libros formarán parte de mi vida el año próximo.


Este año que finaliza he tenido el placer de marcarme un reto en Goodreads, y para mi sorpresa, lo he cumplido con creces. 

Pensé que dos libros al mes sería un número bastante asequible, aunque algún año mi recuento no ha pasado de los once, con lo que ya estaba estableciendo una meta, digamos, ambiciosilla.  Para mi sorpresa, lo superé hacia mediados de septiembre.  Afortunadamente, porque en diciembre no suelo leer casi nada. Y aquí podéis ver los libros que he leído. Están en orden cronológico inverso.  Comencé acabando (o eso creía) lo que pensé que era una trilogía. Y nos sorprende el señor Ruiz Zafón con la aparición del último volumen de la tetralogía. Ya, sí, bueno, que siempre había tenido en mente que fuesen cuatro. Pues perdone usted, don Carlos, ya no me lo leo no vaya a ser que me saque un quinto y siga, y siga, y siga... Y en mi humilde opinión, y para lo que viene a ser mi propio gusto, me habría quedado más feliz que una perdiz si sólo hubiese leído La sombra del viento. El segundo me ha parecido querer alargar el éxito conseguido y pensé que con este último (que no, nena, que no es el último) lo cerraría con más o menos acierto. 





De Soy Pilgrim ya os he hablado, fue el libro más largo y el que, en proporción, más rápidamente he leído. Lo iba alternando con Sobrevivir a los hijos, de Ana González Duque. Qué risas, por favor. Si os apetece sumergiros en ratitos de verdad verdadera, vistos con humor o en algunos casos resignación, os lo recomiendo vivamente.  Seáis padres o no, es una lectura muy refrescante.

Hay libros de ciencia ficción, fantasía, literatura contemporánea. Algunos me han gustado más, otros menos. El que más me gustó fue El libro de las cosas perdidas y los que menos Doctor Zibelius y El último pasajero.  El resto me han gustado bastante, he tenido mucha suerte al escoger las lecturas. 

He leído un total de 9,286 páginas, lo que daría una media de 774 páginas al mes. No es que signifique nada en particular, salvo que me puedo hacer una idea de la cantidad de libros que puedo leer según su volumen.  

Podría contar mucho más sobre cada uno de ellos, qué impresión me han dejado, si su huella perdurará más allá de los días de entretenimiento que me han proporcionado, pero... como os decía al principio, voy a tener que dedicar algo más de mi tiempo a los menesteres propios de estos días. 

Me reclaman para ir preparando la cena. 

Feliz fin de año a todos mis lectores. Os deseo paz y toda serie de venturas para 



Gracias por compartir vuestro tiempo conmigo.

Que seáis felices.





jueves, 22 de diciembre de 2016

Fin de año, deseos y sorteos



Llega ese momento del año en que nos tenemos que estar quietecitas y no comprar nada hasta pasado el seis de enero. Porque hemos comentado subrepticiamente por activa y por pasiva, a todos nuestros conocidos y familiares, que tenemos muuuuchas ganas de leer tal libro, o de escuchar sin parar tal disco, que me encaaanta ese jersey o indirectas similares (Sí, muy subrepticiamente).

Por miedo o por falta de coordinación, sin embargo, cuando alguien piensa que podría regalarme tal libro, que seguro que me encanta, recapacitan y consideran que es muy probable que otra persona ya lo haya pensado antes y para evitar que se duplique el regalo, buscan otro. Te quedas sin él y al final tienes que autorregalártelo.  ¿A que sí? 


Yo ya he escrito mis cartas a Papá Noel y a los Reyes Magos, porque soy una niña muy buena y me lo merezco y también para repartirles un poquito el trabajo. Cuando mis hijos me preguntaron si era cierto que los reyes éramos los padres yo les contesté:

¡Como que no tengo bastante con el trabajo y preparar las comidas de Navidad y la decoración! ¡Lo que me faltaba, sí hombre! ...para ir repartiendo regalos por ahí estoy yo.

Me miraron un poco raro, y aunque intentaron explicarme que no era eso exactamente lo que me habían preguntado, decidieron que se quedaban con esa respuesta antes de que les pusiese alguna tarea para descargarme un poco. ;)


En estas estoy. Y a pesar de que cada vez que paso por una librería acelero para no entrar y arrasar, sí que estoy tentando a la suerte, para que me caiga alguna sorpresita. Qué mejor que seguir participando en esos sorteos tan apetecibles.

Por un lado, participo en el sorteo de Laky, que tiene una pintaza estupenda. Podéis consultar las bases y las sinopsis  AQUÍ. Además, el banner es precioso:





Otro sorteo que nos viene muy bien envuelto es el de Carmen y amigos  (Enlace AQUÍ), estos paquetitos me llamaron la atención desde el primer momento. Y será el primero en el que descubra si he sido afortunada porque el resultado se publica mañana. 


Y pocos días después, averiguaré también si en breve recibiré un ejemplar del blog de Lectora de Tot:




¡Pero aquí no acaba la cosa! Si todo esto falla y nadie, nadie, nadie me regala el libro que quiero, todavía me queda la oportunidad de ganar el sorteo que realiza Marina en su blog Mis lecturas de retos por su 4 x 4: cuarto aniversario y cuatro cifras de seguidores. Podéis ver el enlace a este todoterreno de las lecturas AQUÍ




Y con este mensaje tan lleno de esperanza y buenos deseos, os mando un beso y me despido hasta la próxima. 

¿Habéis sido buenos?




lunes, 19 de diciembre de 2016

Sí, leo best-sellers ¿y qué?




Desde principios de año, estaba intrigada. Durante mis viajes hacia el trabajo, había visto a varias personas con la nariz incrustada en un tocho, sin levantar la vista en todo el trayecto. Esto es normal, digan lo que digan, en este país se lee, y mucho. Pensé que tras las navidades, probablemente habrían caído varios regalos literarios y no tenían por qué ser actuales: Un Rothfuss, un Zafón, un Follett... las obras completas de Shakespeare ¡Qué sé yo!

El caso es que coincidí varios días en mi parada con una muchacha que casi se queda en tierra más de una vez por estar leyendo como una posesa, así que como buena curiosa que soy un día le pregunté que qué leía y me dijo "¡Soy Pilgrim! ¡No la conoces! ¿te gustan las novelas de espías? ¡Esta es de lo mejor que he leído en mucho tiempo!" (Así me lo dijo, sí, con todas esas exclamaciones). Ya me contó que si era muy actual, que le estaba dando un poco de mal rollito porque le parecía tan verosímil, tan contemporánea, pero que no podía parar.  Y me recomendó que la leyera.

Y mientras estaba preparando esta entrada, mira por donde me encuentro que Manuela, de Entre mis libros y yo,  hace una estupenda reseña aquí  antes de que me dé tiempo a publicar mis impresiones.

Conociendo el título, investigué un poco; que si era lo mejor que se había escrito después de Forsythe, que si ochocientas páginas parecen treinta, que si estaba tan bien documentada que era escalofriante, bla, bla, bla.

Qué queréis.  Tenía que leerlo. Y me gustó. Y a mi señor esposo. Y a nuestro hijo. Porque es trepidante, porque (suponemos) está bien documentado y conocemos de primera mano la historia, los lugares, los sentimientos. Porque son capítulos cortitos con cliffhangers (*) . Vamos, lo que viene siendo un Best-seller en toda regla. Y es que los Best-sellers gustan, por eso se venden tan bien. O no gustan, porque te los lees cuando te los recomienda alguien a quien le ha gustado y no coincidís en nada y no le vuelves a hacer caso nunca más, que los euros son los euros y el espacio en las estanterías también, y esa suele ser otra característica de los Best-sellers, son caros. Y para justificar el precio los editan en pastas duras, formato grande y portada vistosa, los puedes regalar y quedas bien (o no).

En una de mis lagunas lectoras, volví al redil con estos libros. MEG de Steve Alten, Las hormigas de Bernard Werber, La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, me devolvieron la chispa que encendió mi deseo lector, y por ello les estoy agradecida. Reconozco que algunos no están especialmente bien escritos, tienen tramas que cojean o se inventan hechos históricos... Pero también me gusta ver Misión imposible o la saga de las aventuras del bibliotecario. Aunque os esté dando la impresión contraria, también discrimino, ¿eh? que no leo ni veo cualquier cosa.



Durante las filologías teníamos que leer muchos libros; daba igual que nos agradasen más o menos, pero teníamos que destriparlos desde varios prismas críticos, con un plazo determinado, para entregar trabajos, y otras obligaciones que no nos agradaban tanto. Me divierte que mi hermana, filóloga también, diga que su autor favorito (**) es Stephen King.  Y me divierte porque la gente se echa las manos a la cabeza, esperando que nuestra respuesta sea James Joyce o Shakespeare. (Quien, por cierto, en mi opinión, era un señor que escribía mucho, mucho, mucho, para ganarse el pan con sus representaciones teatrales que tenían que gustar al amplio y llano público de aquel entonces. Ya sí queréis, de mi amigo William hablamos otro día).

¿Y vosotros, leéis Best-sellers?



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(*) Para quien no conozca el término, de acuerdo con la Fundeu, son esas escenas impactantes con las que concluye un capítulo o temporada, usadas intencionadamente para dejar al espectador-lector con el gusanillo y que siga enganchado . (Los guionistas en España lo llaman dejar las tramas en alto)

(**) Por si a alguien le interesa, mis autores favoritos son Unamuno y Oscar Wilde. 




lunes, 28 de noviembre de 2016

Habrá que ver si me convences, Mercedes



Tarde, tarde, siempre llego tarde.   Cuando todo el mundo ha visto, ensalzado o despotricado sobre el nuevo programa "literario" que presenta Mercedes Milá, ConvénZeme, y casi a punto de que haya una nueva emisión sobre la que volcar nuestras emociones, aprovecho un ratito y veo la emisión en la web de la cadena junto con parte de mi familia.  Mi familia, que sufre mis pasiones y mis vicios, como yo sufro los suyos, tenía curiosidad esta vez. Por que todo el mundo hablaba de ello, porque los adolescentes no saben quién es Mercedes Milá fuera de Gran Hermano. Y quiero pensar que es también porque algo les pica la curiosidad literaria.

Iba libre de prejuicios, desconociendo el formato, la duración, si tenía invitados o era un programa de entrevistas... sí, así: con la mente abierta y limpia. Sin hacer caso de lo que algunos críticos de programas culturales (¿entra ahí Pasapalabra?) iban soltando por las redes; que si era bochornoso, que qué falta de criterio de los participantes, que cómo son capaces de endiosar la literatura uy, perdón, los libros de autoayuda, y porqué embarran el buen nombre de tan afamado escritor, con qué derecho se creen a opinar de este libro tan estupendo como si fuesen críticos de gran trayectoria, etc. Y ya puestos, me he esperado una semana más para tener un poco más de información, porque no me pareció tan terrible el primer programa.

Efectivamente, cuando propuse en casa ver el segundo, me sorprendió que aceptasen tan rápido. ¿Por qué?

  1. El primer programa se nos hizo corto.
  2. Conocíamos algunos de los libros sobre los que hablaron, pero no teníamos opiniones sobre ellos.
  3. Hubo debate sobre porqué algunos de los presentes se decantaron por un título que a nosotros nos horrorizaba y viceversa.



En este segundo programa, una lectora daba una opinión favorable, bastante en consonancia con la que yo tengo, de "El principito", que fue denostado en el anterior, catalogado de ñoño y no recuerdo qué más. Bien, esto me gusta: hay opiniones a favor y en contra, opiniones personales, no olvidemos.

Un lector habló de "Los girasoles ciegos" y, si bien no contó demasiado de la obra en sí, sí que explicó porqué ese libro marcó un punto de inflexión en su vida. Bravo. Los libros impactan, dejan su huella. Quizá no por su excelsa prosa o su gran argumento, sino también por el momento en que llegan a tu vida, porque los personajes entran en tu corazón o te dejan indiferente. ¿No es esta una gran virtud de la literatura? ¿Quién tiene la última palabra para decidir si un libro es bueno o es malo? Con tantísimas corrientes críticas, desde perspectivas académicas contrarias las opiniones respecto al mismo texto son tan variadas como rebuscadas.  

En el tercer programa, (ya emitido, pero que aún no he visto) está invitada Lucía Etxebarría, de quien hicieron una crítica negativa.  Tengo ganas de ver qué ocurre. Saber si este formato tenderá hacia una vertiente más comercial, con luchas y enfrentamientos, para amenizar al televidente, y que no quede en un mero programa cultural

Con estos dos programas que he visto, salvo que me hagan cambiar de opinión, creo que seguiré viéndolo.  Cada lector es un mundo, cada libro, un universo. Como dijo Barthes, una vez que lo escrito es leído, ya no es tan solo la obra del autor, sino que pasa a ser propiedad del lector que entenderá el mensaje emitido en el contexto de su conocimiento, cultura y experiencia.

Y a mí me gusta ver qué opina la gente. Por qué a ellos les ha gustado y por qué creen que a mí me gustaría o no. En fin, lo que llevan haciendo mis amigos toda la vida, recomendándome libros que en ocasiones les habría tirado a la cabeza y dándome pistas de si algo puede gustarme, según quien me lo recomiende.

Así que, Mercedes, a ver si nos convencen.








domingo, 20 de noviembre de 2016

Mugs and books V - Noviembre 2016


Domingo de lluvia en noviembre. Día tranquilo para leer, relajarse y disfrutar de la armónica belleza de las imágenes de ediciones anteriores de Mugs and Books. Como en tantas ocasiones, he sonreído viendo las composiciones de los lectores que han participado y he pensado ¿y por qué no?. Pues bien, ha llegado el momento. Voy a participar en esta iniciativa de Monica Serendipia.

Presento cuatro fotografías. En casa todos leemos, por eso he combinado tazas y libros de "mi" propiedad con otros del resto de lectores de casa.  Así también podéis adivinar a quién pertenece el libro, quién disfruta del café o té en esa taza, cuál es el rincón preferido de cada uno y por qué me resultan tan evocadoras estas escenas.


Tiempos duros
 
Jardín japonés

English breakfast


Sense, sensibility and tea

Luz de media tarde, de noche en el interior o de  primera hora de la mañana, todas han ayudado a proporcionar el ambiente que tenía en mente para mis composiciones: os invito a adentraros en estos mundos recreados. Espero que os gusten.

Gracias por visitarme.